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Hablar de hormonas con tu hija: la conversación que lo cambia todo

Actualizado: 8 oct

Cómo ayudarla a tener periodos sanos, sin drama


La adolescencia ya es bastante: sus amig@s, desvelos, rachas en Snap, primer crush. Súmale estrógeno y progesterona subiendo y bajando y tienes una montaña rusa hormonal. Granitos, cambios de ánimo, cólicos, ciclos irregulares… todo “normal”.

Pero ojo: sufrir no es obligatorio.


Los cólicos intensos, brotes de acné y sangrados muy abundantes no son “cosas de mujeres”: son señales de desequilibrio. Cuanto antes tu hija entienda su ciclo, antes podrá sentirse mejor ahora y construir un futuro con periodos sanos y sin síntomas.


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Por qué importa tanto la salud menstrual


Hace unos años, el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG) reconoció el ciclo menstrual como quinto signo vital en adolescentes. O sea, tan importante de seguir como la frecuencia cardiaca o la presión arterial. El ciclo puede revelar temas de fondo como SOP, tiroides o endometriosis.


La parte empoderadora: cuando las chicas registran su ciclo, aprenden a notar cuando algo “no cuadra”. Y con conocimiento, hay elección. Dejan de sentirse víctimas de sus hormonas y empiezan a trabajar con ellas.


Primer paso: abrir la conversación


Habla con tu hija sobre llevar registro. Apps como Flo o MyPeriodCalendar lo hacen fácil. No solo predicen la regla: conectan el estado de ánimo, antojos, energía y piel con el ciclo. De pronto, sabe por qué la semana 2 se siente increíble y por qué la semana 4 pide pijama y Netflix. No es debilidad: es sabiduría.


Cómo apoyar la salud hormonal de tu hija


  • Predica con el ejemplo. Sé honesta con tu propia historia hormonal; observan más de lo que escuchan.

  • Educa más allá de toallas y tampones. Hablen de hormonas, estado de ánimo y energía, no solo de higiene.

  • No corras directo a “la píldora”. Para acné o cólicos suele ser el atajo, pero no sana la causa; solo tapa síntomas y puede tener efectos secundarios reales (ánimo, ansiedad, coágulos, fertilidad futura, entre otros..).

  • Hablemos de comida. Azúcar y cafeína encantan, pero desordenan hormonas; enséñale el poder de verduras de hoja, comida real y horarios. Es combustible, no castigo.

  • Reduce químicos. Cambien maquillaje, perfumes y limpiadores tóxicos; los disruptores endocrinos pegan más en cuerpos en desarrollo.

  • Sueño y movimiento. Descanso, pausas y ejercicio suave no se negocian para el equilibrio hormonal.

  • Normaliza las emociones. Las hormonas cambian, la energía también; no es “locura”, es biología. No tiene que ser igual todos los días.



El regalo que perdura


Ayudarla a entender su ciclo es más que quitar síntomas: es protección. Baja riesgos futuros, libera de la vergüenza y la prepara para una vida en equilibrio.


Y, siendo sinceras, también es un regalo para ti. Cuando dejamos de esconder la verdad sobre nuestros cuerpos, todas nos fortalecemos.


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